domingo, 18 de diciembre de 2011

Descripción del lugar donde he pasado mis mejores vacaciones


La Brillante luz del sol que adornaba la pradera se introducía entre las ramas de los cerezos en flor, dando una sensación de paz y tranquilidad que era lo que en aquel lugar buscaba. La suave brisa que acariciaba los pétalos casi blancos puros, matizados con el rosa más pálido de aquellas flores de los cerezos, me hacía sentir que respiraba un aire puro y limpio en aquella pradera, desde donde se veía el valle lleno de luz y de vida, sentado en aquella mecedora blanca de madera vieja que hacía chirriar el suelo de madera pero que le daba ambiente íntimo, bajo aquel porche de madera se podía escuchar el agradable canto de los gorriones que se unía con el tranquilo y relajante sonido del riachuelo que pasaba justo al lado de la casa. Una casa antigua, pequeña, con un exterior de madera.  El interior era muy acogedor, gracias a una chimenea que la encendía por la noche y nos sentábamos junto a ella, yo y la persona a la que más quiero, hacía que las horas volasen, el tiempo pasaba tan rápido que apenas daba tiempo a sentir el paso de los días. El estar ahí sentado hacía también que me relajase y desconectase del ajetreado ritmo de vida que llevaba. Algo que también hay en el lugar es un establo con dos caballos uno marrón brillante y otro negro azabache con una media luna blanca en la cara. Con estos íbamos a recorrer el valle, tranquilamente, un valle que visto a caballo cambia muchísimo, porque puedes escuchar los sonidos de la naturaleza y ver como convive la fauna entre la que destaco los conejos, las perdices, e incluso algunos ciervos he llegado a ver en alguna ocasión, pero no suele ser lo habitual. Cuando llega la hora de comer, paramos en una zona despejada de vegetación, que nos permite comer contemplando este maravilloso paisaje, que hace que la comida tenga un sabor diferente en tu paladar.

El poder ir a aquel lugar cada año, hace que me pueda encontrar a mí mismo, y dedicarme un tiempo que es necesario para conocerse a sí mismo y entrar en contacto con la naturaliza, que es tan necesario y en tan pocas ocasiones puedo hacer, viviendo en pleno Madrid.

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